Enrique
M. Rovirosa
El próximo primero de octubre el Gobernador de Baja California, José
Guadalupe Osuna Millán, hará entrega al Congreso del Estado de su
Primer Informe de Gobierno. De acuerdo al propio mandatario, éste se presentará
en un formato que habrá de seguir los lineamientos que contiene el Plan
Estatal de Desarrollo 2008-2013 y que incluye seis ejes principales: 1) Seguridad
y Justicia Integral, 2) Formación para la Vida, 3) Desarrollo Regional
Sustentable, 4) Economía Competitiva, 5) Bienestar y Desarrollo Humano,
y 6) Gobierno al Servicio de la Gente.
En los once meses que han transcurrido de esta administración, la verdad
sea dicha, no hay mucho que celebrar.
En materia de seguridad, el número de ejecutados en el estado por el
crimen organizado ha alcanzado niveles históricos. Con ello, Tijuana y
Mexicali se mantienen en los primeros lugares entre las ciudades con mayor incidencia
delictiva y prevalencia de victimas en todo el país.
La falta de seguridad en México es el principal reclamo que hace la
sociedad hoy día a todos los gobernantes. En el caso de nuestra entidad,
desgraciadamente en el corto y medianos plazos lo único que vislumbramos
es que la situación va a empeorar. Restaurar los niveles de orden y salvaguarda
que se tuvieron antaño, va a tomar más tiempo del que las propias
autoridades están dispuestas a aceptar. Más cuando no se percibe
la convicción política que se requiere para poder adoptar las medidas
que permitan combatir la corrupción y la impunidad en todos los poderes,
niveles y ramas de gobierno.
El desenlace que tuvieron los motines en la Penitenciaría de La Mesa
en Tijuana hace unos días, constituye un episodio trágico que exige
no únicamente aclarar el cómo y por qué se dieron los hechos
que culminaron en la matanza de reos a mansalva, sino proceder a fincar las responsabilidades
correspondientes y aplicar con todo rigor las sanciones que marca la Ley. Esto,
independientemente de la jerarquía de los involucrados o si se trata o
no de amigos personales del Gobernador.
En este orden de ideas, no puede pasar inadvertido la falta de transparencia
con que se ha manejado todo lo relacionado al sangriento incidente. Es inconcebible
que hayan transcurrido ya varios días desde que finalizó el choque
y que las autoridades no hayan proporcionado la lista completa de todos aquellos
que estaban detenidos en dicho reclusorio. Más aún, que sean incapaces
de proporcionar el paradero de decenas de reos desaparecidos, hecho que ha quedado
al descubierto con las reclamaciones de familiares.
En materia económica, las cosas tampoco han sido favorables.
La desaceleración económica que venía presentando la economía
de nuestros vecinos del norte en los últimos dos años, ha significado
un deterioro significativo para varias actividades en la entidad, como es el caso
de la reducción en el turismo que nos visita, la caída de las ventas
de bienes inmuebles turísticos en la zona costa y la disminución
de las exportaciones del sector maquilador, entre otras.
No sabemos aún cómo se reflejará todo lo anterior en términos
del crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB); no obstante, es un hecho de
que habrá una marcada desaceleración en comparación con años
anteriores.
En 2006 el PIB de Baja California creció 6.0% y, según estimaciones
propias, en 2007 lo hizo en poco más de 4 por ciento. Para 2008, todo apunta
a que la expansión será menor a la que registre el país.
De llegarse a cumplir la expectativa nacional que indican las autoridades hacendarias
de un 2.8 por ciento, el resultado local –siendo optimistas- podría
ser de un 2.5 por ciento.
Pero los acontecimientos que ha marcado la crisis hipotecaria en los Estados
Unidos en estos días, podría complicar más las cosas. Quizá
en términos del PIB no se aprecie un mayor deterioro para el resto del
2008, pero si en lo que se refiere a inversión privada y generación
de empleo formal.
El gobierno de Osuna Millán se ha puesto como meta lograr en su gestión
una tasa de crecimiento del PIB estatal del cinco por ciento en promedio anual.
Para 2008 es ya un hecho que no lo logrará.
En el primer semestre de este año la situación del empleo formal
ya daba visos de ser crítica. De acuerdo a cifras del Instituto Mexicano
del Seguro Social (IMSS), en dicho periodo se habían creado únicamente
3,127 empleos mientras que para igual lapso del 2007, la suma alcanzó 8,752
plazas. Esto significó que el ritmo de crecimiento del empleo en los primeros
seis meses del 2008 respecto a igual lapso del 2007 se redujo en 64.3%.
Para agosto de este año, la cifra de empleos formales generados en el
año prácticamente no se movió respecto al que se acumulaba
en junio pues se reportaron 3,213 nuevas fuentes. A estas alturas del 2007, el
número que reportaba el IMSS era de 20,845 plazas.
No está por demás recordar que, tradicionalmente, es precisamente
durante el primer semestre de cada año cuando –según los registros
administrativos del organismo de salud- se genera el grueso de los empleos formales
en el estado.
Si se analizan las cifras del empleo del IMSS en términos anuales, se
tiene que a junio de este año el estado había generado sólo
58 empleos en comparación a las que había en el mismo mes del 2007.
Considerando los mismos parámetros de comparación anual, para el
mes de julio la pérdida se elevó a -4,759 empleos y para agosto
el detrimento era de -11,949 empleos.
Dado el comportamiento histórico que ha tenido el empleo formal en el
estado así como las condiciones que prevalecen en el entorno económico
nacional e internacional, es casi seguro que en 2008 la entidad registre una pérdida
de empleos que estará en un rango de 10 a 15 mil plazas. De ser así,
el 2008 sería el peor en materia de generación de empleos de los
últimos ocho años.
Cabe destacar que el gobierno estatal se trazó una meta anual de 50
mil empleos, meta que obviamente no se logrará en 2008.
Es necesario destacar que el la administración de Osuna Millán
no es responsable del entorno económico adverso que se ha presentado. No
obstante, hay que apuntar que cometió el pecado de no tomar en cuenta las
opiniones de quienes señalábamos con la debida antelación,
que el proceso de desaceleración que mostraba la economía norteamericana
traería efectos adversos sobre la economía regional.
También hay que mencionar que si bien las autoridades cometieron un
error en cuanto a que no previeron el rumbo que podrían tomar las cosas,
éste no deja de ser uno de apreciación que cualquier entidad o sujeto
puede cometer.
La verdadera culpa de la administración estatal estriba en que, lejos
de reconocer el viraje adverso que se ha presentado en materia económica,
ha buscado ocultarlo o minimizarlo. Con ello, ha eludido la adopción de
medidas correctivas que pudieran mitigar las calamidades que se avecinan. Asimismo,
ha fallado en su compromiso de brindar transparencia económica.
Será interesante escuchar lo que tenga que decir el Gobernador sobre
la temática de seguridad y economía competitiva. Por un lado, permitirá
conocer hasta dónde está dispuesta su administración a enmendar
errores y, por otro, tener una perspectiva de cómo piensa enfrentar los
problemas económicos que ya están a la vuelta de la esquina.
Sábado, 27 de septiembre de 2008. |