Enrique
M. Rovirosa
¿Ha notado usted como algunos medios
informativos han dado en referirse al presidente
electo, Felipe Calderón Hinojosa, como
“Felipe”, en vez de hacerlo por
su apellido cómo es la costumbre?
En el caso de los medios impresos, la falta
de espacio –sobre todo en los titulares-
bien podría ser una explicación,
pero tratándose de la radio y la televisión
no hay razón aparente para ello.
Que yo recuerde, en los espacios noticiosos
rara vez se han referido al presidente Vicente
Fox como “Vicente” y de Ernesto
Zedillo, no recuerdo que lo hubiesen llamado
“Ernesto” y así podría
continuar señalando los casos de Raúl
Salinas de Gortari, Miguel de la Madrid y otros
mandatarios que les precedieron.
La única excepción que se me
viene a la memoria, en que se utilizó
un nombre distintivo al apellido para referirse
a un mandatario, fue con respecto a Lázaro
Cárdenas, a quien el pueblo cariñosamente
lo distinguió con el apodo de “Tata”.
Hay que destacar que aún la falta de
espacio en los titulares de los medios impresos
no fue razón para que a Andrés
Manuel López Obrador se le llamara por
su nombre de pila, mismo que por cierto tiene
el mismo número de letras que el de Felipe.
Cuando ha sido necesario, se han referido a
él como “López Obrador”
o por las siglas de su nombre, “AMLO”.
Así pues, surge la pregunta: ¿Cuál
será la razón por la que se distingue
a Calderón llamándole por su nombre
de pila? Y si no es producto del azar, ¿Será
parte de una campaña premeditada y silenciosa
para que su nombre suene más amigable?
De resultar cierto esto último, ¿Quien
o quienes serán los responsables de llevar
a cabo esta maquinación mediática
tan complicada?
A lo anterior, hay que agregar el hecho que
los medios informativos no dejan de referirse
a Felipe Calderón como “presidente
electo”, como si ello fuera algo fácil
de olvidar. Con ello, pareciera darse como un
hecho que ello lo convierte automáticamente
en el verdadero representante de todos los mexicanos.
Y si bien esta postura resulta entendible ante
el desafió que plantean López
Obrador y los partidos de la coalición
al desconocer el triunfo de Calderón,
no puede pasarse por alto que “Felipe”
-guste o no- por desgracia no representa el
interés de la mayoría de los mexicanos.
Y en apoyo a la aseveración anterior
basta con recordar que el listado nominal para
la pasadas elecciones, tenía cerca de
71.4 millones de electores. De éstos,
acudieron a votar poco más de 41.5 millones,
es decir, el 58.2 por ciento. En estas condiciones,
Calderón obtuvo 14.9 millones de votos,
es decir, únicamente logró convencer
a 1 de 5 electores a votar por él.
Ante esta realidad, no es de extrañar
que “alguien” tenga interés
en que el presidente electo sea percibido por
la sociedad con camaradería pues, a los
amigos se les llama por su nombre de pila. Y
que sea a través de un bombardeo mediático
que se busque lograr lo que no se pudo en las
campañas políticas: convencer
al electorado de las virtudes del candidato
triunfador.
Ya lo señalé en otra ocasión,
los medios de comunicación en México
están siendo manejados como en los mejores
tiempos de regímenes fascistas. En éstos,
se da como característica la manipulación
y distorsión de la información.
Asimismo, hacen uso de mensajes subliminales,
es decir, aquellos diseñados para programar
la mente humana a través de la percepción
no consciente, con el objeto muy claro de consolidar
sus intereses y ambiciones.
Ante esta situación, me queda muy claro
que la incipiente democracia en México
corre graves peligros. Y que éstos no
provienen sólo de quienes se oponen de
manera abierta a las instituciones sino, principalmente
de aquellos que lo hacen protegidos por la influencia
de los medios de comunicación.
Viernes,
29 de septiembre de 2006. |