Lic. Ernesto Z. Herrera
*
Desde 1996 los programas de apoyo al campo
han sido canalizados a través de la Alianza
para el Campo (APC). Esta se ha convertido en
la plataforma básica, consolidándose
como una institución apta para canalizar
los recursos entregados a los agricultores del
país, los cuales son ejercidos mediante
los criterios de los gobiernos estatales, pero
bajo una normatividad diseñada con criterios
federales.
En este tiempo, se ha generado un ambiente
en la arena del Desarrollo Rural, donde se presentan
varios CONFLICTOS.
En primer lugar, los recursos gubernamentales
se disputan entre los agricultores pobres contra
los agricultores comerciales, donde generalmente
salen beneficiados estos últimos, por
reunir de mejor manera los requisitos de elegibilidad
a criterio de los operativos de la APC.
En segundo lugar, se han desarrollado acciones
individuales contra acciones asociativas, lo
cual significa que los subsidios han sido canalizados
a individuos reacios a la organización
o por lo menos a la conformación de grupos
con fines productivos, frente a verdaderas empresas
con alto índice de capitalización.
Sobra decir que los productores no organizados
son los más pobres y que, por razones
lógicas, no están preparados para
formar empresas, especialmente por falta de
capital productivo y/o humano, no por falta
de voluntad. Por tanto los apoyos de la APC
tampoco los favorecen.
En tercer lugar, se presentan dos grandes rubros
a donde pueden orientarse los recursos del gobierno,
las actividades agropecuarias y las no agropecuarias.
Estas últimas han logrado un mejor posicionamiento,
dado que se trata de pequeños negocios
dedicados a la transformación, al comercio
de todo tipo de productos, a las actividades
turísticas o cualquier otro tipo de servicios:
así como a la acuacultura. Este tipo
de micronegocios presentan mejores perspectivas
que las agropecuarias, porque no se enfrentan
a los riegos que tradicionalmente amenazan a
la agricultura o la ganadería, por ser
actividades cíclicas.
Por último, se da en el sector rural
el enfrentamiento entre los usos nuevos y los
tradicionales, lo cual tiene que ver con el
desarrollo de tecnologías en todas las
etapas de la cadena productiva, en especial
en la de industrialización y comercialización.
Resulta evidente que los productores pobres
están ubicados como los más tradicionalistas,
no porque rechacen el uso de nuevas tecnologías
sino porque carecen de recursos para acceder
a ellas. Por tanto los apoyos de la APC se orientan
preferentemente hacia aquellos productores que
cuentan con posibilidades y que de alguna manera
realizan esfuerzos para utilizar tecnologías
de punta en las actividades productivas, como
riegos presurizados, maquinaria y equipo para
la preparación de la tierra, cosechadoras,
equipo de transporte, seleccionadoras, empaques,
etc.
Lo anterior ha provocado que los recursos canalizados
por la Alianza para el Campo, en sus 10 primeros
años, hayan generado un ambiente de inequidad,
beneficiado en mayor medida a los productores
con un alto nivel de participación en
las cadenas productivas, sin lograr la inclusión
de los más necesitados en esos procesos,
para que aprovechen las oportunidades y mejoren
sus posibilidades de éxito. Es por ello
también que los resultados de la evaluación
de los Programas de la APC, concluyen en lo
siguiente:
En el futuro la APC debe ser una plataforma
básica, dado que cuenta con una trayectoria
institucional consolidada que la hacen competente
para elevar la calidad y diversidad de los servicios
entregados a los agricultores.
En el mediano y largo plazo la APC debe preocuparse
por dos cosas: una, mejorar la competitividad
de las cadenas agroproductivas y, otra, procurar
la inclusión en ellas de los productores
que hasta ahora han permanecido al margen. Para
ello es necesaria una mayor precisión
de tipo conceptual del rol de los Comités
Sistema Producto (CSP) constituidos por las
autoridades del sector para conseguir la participación
de un mayor número de productores primarios.
En la determinación y aplicación
de los recursos públicos de la APC se
hace necesaria una revisión profunda
de la relación entre los distintos niveles
de gobierno, dado que la experiencia reciente
de la democracia mexicana indica la permanencia
de una serie de tensiones que normalmente existen
entre la federación y los gobiernos estatales,
requiriéndose un esfuerzo adicional para
resolverlas. Para ello la planeación
juega un papel importante para generar un marco
común que le de coherencia al proceso
de ejecución del gasto publico. Otra
reforma clave es completar el proceso de descentralización
y desconcentración de las actividades
clave del desarrollo rural.
Por último se hace necesario continuar
avanzando hacia una nueva cultura empresarial
de los productores menos favorecidos con el
desarrollo, buscando la participación
conjunta de los pequeños y medianos agricultores,
las empresas agroindustriales y los organismos
técnicos privados que sean capaces de
presentar propuestas de política agrícola
en términos globales.
El desarrollo empresarial también supone
una mayor capacidad gremial, es decir crear
organizaciones capaces de entregarles servicios
profesionales de calidad a sus asociados y asumir
la responsabilidad de representarlos frente
a los organismos del estado, mostrando su capacidad
para establecer una actitud proactiva con las
autoridades.
Dicho de otra manera, los productores pobres
deben darse cuenta y tomar la decisión
de organizarse o aceptar su desaparición,
y que deben cumplir con el rol que les corresponde;
que necesitan capacidad de negociación
para conseguir que las autoridades cumplan con
el suyo y que juntos se den las sinergias y
se encaminen en la definición de estrategias,
dispositivos de fomento y componentes de inversión
para un significativo desarrollo rural realmente
sustentable.
Mexicali,
B.C. a 5 de abril de 2007.
* Director de HERZA y Asociados
SC, Empresa Evaluadora Estatal certificada por
la FAO para la evaluación de los Programas
de la Alianza para el Campo. Profesor
de Formulación y Evaluación de
Proyectos de Inversión en la Facultad
de Ciencias Administrativas de la UABC.
La información
contenida en este texto es responsabilidad única
del autor. |