Lic. Ernesto Z. Herrera
*
En 1995, el gobierno federal diseñó
sus políticas de desarrollo para el sector
rural, mediante la instrumentación del
Programa de la Alianza para el Campo (PAC),
mismo que se aplicó a partir del año
siguiente.
En los cinco años que siguieron, dicho
programa se llevó a cabo sin contar con
un marco de referencia específico. Más
adelante, a partir del año 2001, se diseñó
el Programa Sectorial de Desarrollo Rural, instrumento
utilizado por las autoridades federales para
aplicar el PAC a nivel nacional, mismo que no
fue otra cosa más que una derivación
del Plan Nacional de Desarrollo Económico.
En Baja California la situación que
se presentó fue distinta. En 1995, al
inicio del gobierno del Sr. Héctor Terán,
se elaboró el Plan Estatal de Desarrollo
1996-2001, mismo que se hizo sin considerar
al PAC.
Posteriormente, a partir de la actual administración
estatal, se elaboró el Plan Estatal de
Desarrollo Sectorial 2002-2007, mismo que tampoco
consideró al PAC.
Lo anterior ha significado que para las administraciones
estatales, este programa estratégico
nacional no ha sido un elemento a considerar
en el diseño de las políticas,
estrategias y acciones tendientes a enfrentar
los retos del sector rural de la entidad. No
obstante, pese a estas circunstancias, el gobierno
federal aplicó y ejerció en el
Estado el PAC.
Antes estos hechos, surge la interrogante:
¿Que ha sucedido con el sector rural
en el Estado a lo largo de esos 10 años?
La respuesta no deja lugar a dudas: el PIB
agropecuario en Baja California redujo su participación
en la economía en ese lapso, en cerca
de 3 puntos porcentuales, al pasar de 5.9% al
2.9 por ciento En términos reales, la
caída en dicho periodo ha sido de casi
1% anual.
Esta reducción se dio pese a que se
han mejorado las condiciones de los productores
de hortalizas, al modificar su tecnología,
especialmente en los de la Costa donde las superficies
no se incrementaron como se esperaba, pero si
su productividad.
Asimismo, pese al incremento en la producción
ganadera, principalmente la de carne de bovino
que han realizado productores organizados, mediante
los apoyos del PAC.
En general, puede decirse que no ha habido
efectos de importancia en el desarrollo rural
del estado como consecuencia del PAC. Los objetivos
que se plantearon desde su origen no se lograron,
independientemente de que existan casos aislados
de productores que si resultados positivos.
Y prueba de lo anterior es que la mayoría
de los resultados apuntan a niveles irrelevantes.
Por mencionar algunos de ellos, esta el hecho
de que los apoyos fueron distribuidos entre
el 2% de la población objetivo. Asimismo,
durante los 10 años de operación
que lleva el programa, el Estado participó
con una mínima parte de recursos, ya
que mientras el promedio de aportaciones de
los estados a nivel nacional fue del 30% el
nuestro solo aportó el 12%, ubicándose
en el penúltimo lugar después
de Tlaxcala, no obstante estar entre los seis
mas importante en términos de producción
y valor de la misma.
Los impactos más importantes logrados
en ese periodo de 10 años fueron la capitalización
de los beneficiarios, especialmente en actividades
primarias, agricultura, ganadería y la
acuacultura.
Los niveles de pobreza en la región
siguen siendo los mismos. El 90% de los productores
primarios siguen inmersos en los productos tradicionales,
esperando los subsidios del gobierno para recuperar
sus inversiones; sus niveles de organización
no han mejorado en lo más mínimo;
su participación en las cadenas productivas
continúa siendo muy baja y la capacitación
ha sido incapaz de generar cambios en la organización
hacia el interior de las unidades de producción
familiar u otros grupos constituidos.
Ante la situación antes descrita la
siguiente pregunta que surge es: ¿Qué
es lo que procede hacer para conseguir que los
programas de fomento agropecuario estatal redunden
en beneficio del sector rural?
Algunos expertos consideran que es necesario
elaborar un Plan de Desarrollo Rural Integral
y Sustentable, cuyos principios sean la diversidad
geográfica y social, el desarrollo endógeno,
la territorialidad, la integralidad y la participación
democrática, además de los que
señala la Ley de Desarrollo Rural Sustentable.
Adicionalmente externan la propuesta de realizar
un programa de capacitación y asesoría
técnica específico a las características
del sector rural en el estado, para buscar el
desarrollo humano, paralelamente a la capitalización
y organización de los productores y detonar
un proceso para promover la cultura empresarial
en los productores de bajos y medios ingresos
del sector.
Este programa debe incluir estrategias para
formar y seleccionar prestadores de servicios
profesionales, con perfiles adecuados, que permitan
la inclusión de otro tipo de extensionistas
con visión empresarial en el sector rural.
Además facilitar el proceso de federalización
para que los municipios adopten sinergias y
desarrollen actitudes enfocadas a los objetivos
planteados en el Plan de Desarrollo y así
mejorar los procesos operativos, lograr la reconversión
productiva, alargar las cadenas productivas
incluyendo en ellas a los productores primarios
y lograr impactos verdaderamente relevantes
en la economía de la sociedad rural.
Mexicali,
B.C. a 31 de agosto del 2006.
* Economista egresado del Instituto
Politécnico Nacional con Postgrado en
Administración de la Calidad Total, Diplomado
en Formulación y Evaluación de
programas y Proyectos de Inversión
por la FAO y Profesor de la Facultad de Contabilidad
y Administración de la Universidad Autónoma
de Baja California.
La información
contenida en este texto es responsabilidad única
del autor.
|