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OPINIÓN

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El Libro de Texto Gratuito: Un Ejemplo de Derroche en México

Enrique M. Rovirosa

Pintura Alegoría de la Patria, de Jorge González Camarena (1962) y que ha sido utilizada para Libros de Texto Gratuitos

En cada campaña electoral, los mexicanos escuchamos a todos los candidatos prometer que, en caso de ser electos, van a hacer todo lo que esté a su alcance para acabar con el derroche que se hace de los recursos públicos. No importa de qué partido político hablemos, todos coinciden en esta retórica. Sin embargo, una vez que llegan al poder, la realidad es otra. Se olvidan de sus promesas, pasan los años y las cosas lejos de mejorar empeoran.

El gobierno del Presidente Felipe Calderón no ha sido la excepción. Existen innumerables ejemplos en dónde no sólo se mantiene el dispendio sino que va en aumento. Un caso que encaja en esta cultura de dilapidación tiene que ver con la labor de la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuito (CONALITEG).

Antes de entrar en detalle, debo mencionar que en lo personal comulgo con el ideal de hacer accesible la cultura a todos los niños del país, sea que cursen sus estudios en escuelas públicas o privadas. Y que el libro de texto gratuito es un medio para lograr este objetivo.

Asimismo, considero que el texto gratuito no sólo debe servir para garantizar una buena educación, sino también ser instrumento que permita garantizar que el conocimiento científico llegue a todos, libre de interferencias derivadas de creencias o dogmas religiosos.

Hace unos días, me percaté que los libros de texto gratuito que se reparten en el país tienen una vida útil equivalente a un período escolar. Y es que una vez que se entregan, los usuarios no están obligados a devolverlos. Esto resulta por que se utilizan como material de trabajo o porque su contenido puede cambiar de un lapso a otro.

Algunos de los textos que no se regresan pasan a formar parte de las bibliotecas personales de los usuarios (especialmente los de lectura); sin embargo, la mayoría termina en el cesto de basura.

Lo anterior, me parece una barbaridad. Más, en un país en dónde alrededor del 50% de la población vive en condiciones de pobreza. Asimismo, cuando las circunstancias de cambio climático en el mundo exigen que todos hagamos un esfuerzo extraordinario en aras de contribuir a la conservación de los recursos naturales.

La verdad, no hay justificación para que hayan transcurrido tantos años desde que se inició el programa del libro de texto gratuito y no se haya tenido un avance orientado a la reutilización de los libros que hoy se destruyen. Ni en los países más avanzados se presenta esta situación de desperdicio.

Es cierto que la CONALITEG ha implementado programas encaminados a reciclar parte de estos materiales. No obstante, la finalidad es de utilizarlos como materia prima y no para un programa de reutilización por parte de los alumnos. Es seguro que si la CONALITEG y la Secretaría de Educación Pública (SEP) hicieran un esfuerzo en aras de que se reutilizaran los libros, se podrían obtener ahorros significativos en muy corto tiempo.

Me pregunto ¿Cómo queremos introducir en las generaciones futuras una cultura de conservación si lo que ven en sus años de formación es todo lo contrario?

Hay otra cara de la moneda respecto al tema del texto gratuito y que tiene que ver con su costo.

El sitio web de la CONALITEG no tiene información de cuál es el costo de los libros que produce y entrega; sin embargo, en una entrevista que sostuvo en marzo de este año el Director de dicha Comisión, Miguel Agustín Limón Macías, indicó que el costo de libro de primaria fue de 6.76 pesos y el de secundaria poco más de 32 pesos.

Un análisis del Presupuesto de Egresos que ejerce el organismo aunado al tiraje de libros que reporta, permiten determinar el comportamiento de los costo promedio por libro.

En 2006, dicha Comisión erogó mil 985 millones 223 mil pesos y produjo 246 millones 213 mil 738 libros. Esto arrojó un costo promedio de 8.06 pesos por libro.

En 2007, se erogaron 2 mil 69 millones 410 mil pesos y se produjeron 228 millones 968 mil 814 libros, lo que significó un costo promedio de 9.04 pesos por unidad.

En 2008, el gasto fue de un mil 966 millones un mil pesos y se produjeron 221 millones 044 mil 295 libros. Esto implicó ó un costo promedio de 8.89 pesos por unidad.

Para 2009, se ejerció un presupuesto de 2 mil 735 millones 937 mil pesos y se produjeron 244 millones 687 mil 308 libros, lo que redundó en un costo promedio de 11.18 pesos por unidad.

En el periodo 2008-2009 el incremento en costo representó 25.7 por ciento.

Resulta importante destacar que los costos promedios señalados anteriormente no son definitivos, pues no consideran la parte relativa a la reposición de maquinaria, equipo y edificios que se utilizan en todos los procesos. En pocas palabras, no incluyen el costo de capital.

Al respecto, sería conveniente que la CONALITEG proporcionara la información necesaria para tener el costo promedio real asi como los asociados a los diferentes textos y libros que distribuye. Con ello, se estaría en condiciones de conocer la efectividad real con la que lleva a cabo su labor.

Viernes, 27 de agosto de 2010.