Enrique
M. Rovirosa
En últimas fechas, mucha de la información
y comentarios vertidos en torno al desempeño
de la economía de los Estados Unidos
de América (EUA) así como sus
posibles efectos en la economía mexicana,
ha puesto de manifiesto que hay una notoria
confusión -lo mismo entre políticos,
hombres de empresa y comunicadores - en relación
al uso de los términos desaceleración
y recesión económica.
Cuando los economistas hablamos de desaceleración
económica, nos referimos –tal y
como el término lo indica- a que el ritmo
de avance observado de la economía, medido
a través del Producto Interno Bruto (PIB),
tiene una tendencia a ser cada vez menor. Hay
que enfatizar que esto no significa que la actividad
económica se detenga o que registre un
retroceso.
Es fácil entender el significado de
desaceleración cuando está referido
a un vehículo en movimiento, es decir,
cuando éste pasa de 100 a 90 y a 80 kms./hora.
Pues bien, lo mismo aplica en economía
donde describimos que la tasa de crecimiento
pasa, por ejemplo, de un 5% a un 3% para luego
registrar un 1.5%. El avance continúa
siendo positivo aunque a un ritmo cada vez menor.
En 2004, la economía de los EUA creció
3.6% para luego disminuir (desacelerar) su ritmo
a 3.1% en 2005. Para el 2006, la expansión
pasó a ser de 2.9% y se estima que en
2007 fue de 2.3%. Como puede observarse, la
economía norteamericana mantuvo un proceso
de crecimiento positivo, aunque disminuyó
año con año.
La macroeconomía define a la recesión
económica, como un periodo de crecimiento
negativo del PIB, cuya duración es igual
o superior a un año.
En el caso de los EUA, la Oficina Nacional
de Investigaciones Económicas (National
Bureau of Economic Research) considera que hay
una recesión, cuando la actividad económica
registra un decremento (tasa de crecimiento
negativo) de manera consecutiva por dos o más
trimestres.
Conforme a la definición anterior, la
economía norteamericana no ha registrado
una recesión desde el cuarto trimestre
del 2001.
No obstante, a raíz de la crisis hipotecaria
que se dio a partir de agosto del año
pasado, la confianza de los inversionistas y
la de los consumidores sufrió un deterioro,
cuyo resultado ha sido un debilitamiento mayor
de la economía norteamericano, al grado
que existe gran incertidumbre sobre la actividad
económica en 2008.
En este contexto, la mayoría de los
analistas prevén que habrá una
mayor desaceleración, especialmente durante
la primera mitad del año; no obstante,
las opiniones están divididas sobre si
ello se traducirá o no en una recesión.
La reducción en tres cuartos de punto
que realizó la Reserva Federal a las
tasas de referencia, así como la puesta
en marcha de un programa emergente por parte
del gobierno federal de los EUA para apoyar
con estímulos fiscales a los consumidores
y empresas por un monto de 140 mil millones
de dólares en los próximos meses,
podrían ser factores de mitigación
suficientes para evitar la recesión,
al menos en este año.
Adicionalmente, no puede pasarse por alto que
en noviembre próximo habrán de
llevarse a cabo las elecciones para elegir al
presidente de los EUA. Siendo la política
como es, veo difícil que se acepte realizar
este evento de gran relevancia en medio de una
situación económica difícil.
Por ello, me inclino a pensar que las autoridades
de aquél país harán hasta
lo imposible por evitar la recesión en
2008.
Viernes,
25 de enero de 2008. |