Enrique
M. Rovirosa
En una verdadera democracia, la toma (secuestro,
asalto, golpismo, albazo o como se le quiera
llamar) de la tribuna en las cámaras
de representantes por los legisladores de cualquier
partido político, no sólo se considera
un hecho insólito sino a todas luces
reprobable. Y es que en un sistema verdaderamente
democrático, la tribuna es precisamente
el medio donde se analizan, discuten y se logran
los acuerdos necesarios entre las diferentes
corrientes ideológicas, a fin de encontrar
los mejores caminos que lleven al bienestar
general de una nación.
En este contexto, la toma que realizaron este
miércoles los legisladores integrantes
del Frente Amplio Progresista (FAP) de los estrados
en ambas Cámaras Legislativas, debería
ser un hecho condenable por todos. No obstante,
calificarlo así -como lo hicieron la
mayoría de los medios de comunicación-
es caer en un juicio simplista, en dónde
sólo se ve la forma y no el fondo de
las cosas.
Por principio, habría que empezar por
preguntarnos si en México existe una
verdadera democracia.
La verdad, no es necesario entrar en mucho
detalle sobre este tema pues la mayoría
estamos de acuerdo en que actualmente tenemos
una democracia incipiente, en la que predomina
cada día más una partidocracia
excluyente, que no representa los intereses
de las mayorías y dónde los representantes
de todos los partidos políticos dan claras
muestras de estar empeñados en satisfacer
sus ambiciones personales o de grupo.
En este estado de cosas, aquellos que se “rasgan
las vestiduras” haciendo un reproche
porque se atentó contra la democracia
mexicana, parten de una premisa que se asemeja
a aquel refrán popular que dice así:
“Si mi abuelita tuviera ruedas, sería
bicicleta”.
Es cierto que en México hemos logrado
procesos electorales en donde se respeta el
voto, mas ello no significa que exista una verdadera
democracia. La democracia va más allá
del voto popular; es un proceso incluyente,
en dónde se toma en cuenta la opinión
de todos, de tal manera que una vez que se han
analizado y discutido todos los puntos de vista
en distintos foros además de los parlamentarios,
los resultados de la votación en Cámaras
son representativos del consenso democrático.
Desgraciadamente, el proceso constituyente
en nuestro país se ha viciado, de tal
manera que la mayoría de los asuntos
no se analizan en tribuna. Se consensúan
en lo “obscurito”, en las
Comisiones, dónde los presidentes de
éstas junto con los líderes de
los partidos “dan línea”
a sus integrantes, de tal manera que cuando
se presentan a tribuna, es sólo para
cumplir con el protocolo. Esta forma de votar
es una traición doble de los legisladores,
pues además de no representar al interés
de quienes votaron por ellos muchas veces va
en contra de lo que ellos mismo piensan.
Independientemente de si la iniciativa de Reforma
Energética que envió el Presidente
es la correcta o no, hay claros indicios de
que el Partido Acción Nacional (PAN)
buscaba (si nos es que ya lo había hecho)
negociar con el Partido Revolucionario Institucional
(PRI) su contenido en comisiones y lograr así,
su aprobación en el Pleno mediante el
mecanismo conocido como “fast track”
o albazo legislativo. Esto lo confirma el solo
hecho de que el actual periodo de sesiones culmina
a fines de este mes, lo que significa que habría
un espacio de aproximadamente dos semanas para
el análisis y discusión de los
cambios propuestos.
El manejo de estos tiempos resulta no sólo
ridículo sino a todas luces faccioso,
pues no hay que olvidar que la necesidad de
un reforma estructural en materia energética
se viene argumentando desde finales de los años
90’s, y que apenas hace una semana se
presentó la primera propuesta formal
al respecto.
Ante estas circunstancias, era de esperarse
la toma de las tribunas por el FAP.
En este tema tan importante para el futuro
del país, lo menos que esperamos los
mexicanos es que haya un debate serio y suficiente
para que todos los interesados aporten sus puntos
de vista al respecto. Asimismo, que se busque
el convencimiento con argumentos y no a través
del manipuleo mediático intensivo (como
lo ha hecho el Ejecutivo Federal), de las bondades
o no de los cambios propuestos. Esto si que
serviría para fortalecer a Petróleos
Mexicanos (Pemex ) y con ello a México.
Lo demás es ir contra el mismo proceso
democrático que tanto se pregona.
Viernes 11
de abril de 2008. |