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Cuando la Productividad Amenaza la Calidad de Vida

Enrique M. Rovirosa

 

Productividad Laboral

Desde hace varios años, destacados personajes de la vida pública y privada han señalado en distintos foros, la necesidad de elevar la productividad y la competitividad de nuestro país como requisito indispensable para lograr un crecimiento económico más elevado y, con ello, mejorar las condiciones de vida de nuestra población en general.

En un mundo globalizado, este llamado no sólo resulta lógico sino que debe ser postura imprescindible de cualquier política económica que pretenda calificarse de viable y seria.

Entonces, ¿Por qué sugerir que el optar por este camino puede implicar una amenaza para la calidad de vida, como lo menciona el titulo de este artículo? La respuesta es muy sencilla: porque en los hechos cotidianos, desgraciadamente está demostrando que lo es.

Para entender la paradoja que implica la afirmación anterior, veamos primero lo que significa productividad.

En general, la productividad se define como el aumento o disminución de los rendimientos de un proceso de producción, en un periodo determinado, originado por una variación en cualquiera de los factores que intervienen en él, como son: trabajo, capital, tecnología, etcétera.

Su medición se hace a través del producto obtenido por cada factor que se emplea. De esta manera, puede referirse a unidades producidas por maquina, las producidas por trabajador y así sucesivamente.

Se dice que la productividad mejora cuando la cantidad de producto se incrementa con relación al factor que se utiliza.

Está muy relacionada con el concepto de eficiencia, misma que muestra el aumento o disminución en un periodo determinado, entre el valor del producto y el costo del insumo utilizado.

En la práctica, muchos especialistas utilizan ambos términos –productividad y eficiencia- como sinónimos.

El ejemplo siguiente sirve para ilustrar estos conceptos:

Imagínese una empresa que produce 100 mil unidades de x producto al mes y emplea para ello a 50 trabajadores. Y que el único costo que tiene dicha firma, son los salarios de los trabajadores mismos que ascienden a 6 mil pesos al mes por cada uno.

El rendimiento por empleado será igual al total de unidades producidas dividido entre el total de trabajadores. En este caso, cada trabajador producirá el equivalente a 2,000 unidades.

Por su parte, el costo total para la empresa será de $300 mil pesos mensuales y el costo por unidad producida de $3.00 pesos.

Ahora, imagínese que la empresa introduce cambios en el sistema de trabajo de tal manera que, sin afectar las condiciones laborales, es decir, sin tener que pagar más por el uso de este factor, logra aumentar la producción de 100 a 110 mil unidades al mes.

Bajo este nuevo esquema, cada trabajador producirá 2,200 unidades, lo que significa que hubo un incremento en su productividad equivalente a 10 por ciento.

Por su parte, el costo por unidad producida se reducirá a $2.73 pesos, lo que implica una mejoría en la eficiencia de 9 por ciento.

En este contexto, si la empresa decide aprovechar la reducción en el costo de producción para, a su vez, abatir el precio del producto a sus clientes, entonces su competitividad habrá mejorado; es decir, su posición frente a otras empresas competidores se beneficiará. Esta posibilidad ilustra a su vez, la estrecha relación que se da entre productividad y competitividad.

Pero siguiendo con el ejemplo, ahora imagínese que a los dueños de la empresa se les presenta la opción de trasladarse a cualquier parte del mundo y utilizar mano de obra más barata. En específico, si optan por China solo tienen que pagar el equivalente a la tercera parte de los salarios.

Con esta nueva premisa, el costo por unidad producida (aun siendo las 300 mil piezas originales), bajaría de $3.00 a $1.00 pesos por unidad.

Si la firma opta por cambiar de lugar de producción, es obvio que tendrá que incurrir en costos de transportación. Más, si éstos resultan inferiores al ahorro total que genera la diferencia en los costos de mano de obra, es lógico que la empresa se decida por trasladar sus operaciones de producción al país asiático.

Las condiciones de eficiencia laboral descritas en este sencillo ejemplo, son similares a la realidad que se vive hoy día entre nuestro país y China, pues los salarios que se pagan allá representan alrededor de la tercera parte de los que se tienen en México.

Y si hablamos de diferencias salariales de China con países desarrollados, éstas son significativamente mayores, lo que ayuda a explicar el crecimiento económico tan espectacular que registra esa nación en los últimos años. Hay que destacar, sin embargo, que este proceso no habría sido posible de no haberse dado el abatimiento de las barreras arancelarias en el mundo (globalización comercial) como ha sido el caso.

El ejemplo de productividad sirve para ilustrar que, en un mundo sin barreras, tratándose de productos iguales con procesos de manufactura iguales, la productividad laboral puede ser un factor de localización clave. Asimismo, que la eficiencia laboral tendrá una tendencia a ser mayor en aquél país en donde el costo de la mano de obra sea menor, especialmente, tratándose de procesos intensivos en uso de mano de obra y baja tecnología.

La diferencia salarial de 3 a 1 hace que en muchas actividades sea prácticamente imposible igualarnos en términos de eficiencia laboral. No obstante, muchas empresas mexicanas buscan afanosamente la forma de reducir sus costos laborales.

En principio, la búsqueda de una mayor productividad laboral no es mala. Por el contrario, puede ser de gran beneficio tanto para la empresa como para los trabajadores, sobre todo si en dicho proceso participan de manera activa estos últimos y reciben una parte de los beneficios adicionales que se generen. Sin embargo, no siempre es así y hay claras evidencias de abusos.

Un ejemplo notable lo aportan las instituciones bancarias, las cuales han logrado incrementar su productividad laboral no sólo con la mejora de sus sistemas administrativos y de control sino también, gracias a la reducción de sueldos y la imposición de jornadas laborales más largas.

Asimismo, siguiendo políticas discriminatorias en cuanto a su personal, como lo son el imponer límites de edad máxima para nuevas contrataciones y el despedir de manera sistemática a quienes cumplen cierta edad. De igual manera, vía procesos simulados de renuncia y recontratación en la que los empleados de confianza se ven obligados a aceptar sueldos menores.

En años pasados, mediante artificios legales, este sector no hizo el reparto de utilidades a sus trabajadores en los términos que marca la ley. Y si bien después corrigió esta situación, está en duda si de verdad lo hizo en los términos que debía ser.

Lo anterior se da, a pesar de que varias de esas instituciones en México han registrado utilidades muy superiores a las que obtienen en sus países de origen.

Así, la banca extranjera en nuestro país no sólo contribuye a generar parte de los problemas de financiamiento a las empresa que todos conocemos sino que, en opinión de algunos, maneja un modelo laboral que raya en la explotación.

En lo hechos, la “nueva cultura laboral” que se promueve en nuestro país, no es otra cosa que reducir los sueldos y prestaciones de los trabajadores en aras de lograr una mayor eficiencia. Ello, gracias a una actitud complaciente de parte de quienes tienen la responsabilidad y obligación de vigilar el estado de derecho.

La corrupción y la impunidad no sólo son problemas asociados al crimen organizado, se han convertido en característica general de nuestro sistema. Ayuda a explicar, en parte, el por qué ha crecido el empleo eventual en la forma como lo ha hecho.

Y es que esta claro que muchos empleos que se registran como tales, son en realidad permanentes. Nadie lo dice pero hay pruebas más que suficientes para señalar que existe un uso desvirtuado del llamado outsourcing. Y en este esquema, no estamos hablando de unos cuantos trabajadores afectados. Son decenas de miles lo que caen en esta condición, lo que a su vez contribuye a agravar la viabilidad financiera del Instituto Mexicano del Seguro Social.

La falta de creación de empleos en México, se ha tomado como bandera para justificar muchos excesos en este tema.

La perspectiva apunta a que los problemas que ocasiona el tipo de acciones descritas, no mejorarán en el corto ni mediano plazos. Por el contrario, habrán de agudizarse, pues China y otros países con condiciones competitivas muy favorables en lo laboral no van a desaparecer como tampoco el proceso de globalización.

Va a ser necesario que transcurran al menos un par de décadas antes de que los salarios en esos países mejoren lo suficiente como para reducir de manera significativa la brecha que tenemos con ellos. Esta es una de las razones por las que se vaticina que en 20 años China será la segunda potencia económica mundial, pues precisamente dicha diferencia será un poderoso estimulo para atraer inversiones foráneas. Éstas, a su vez, contribuirán a que mantenga tasas de crecimiento económico por encima del resto de los países del mundo.

En mi opinión es urgente que en México hagamos una seria reflexión respecto al rumbo que debemos seguir, pues pretender competir con China y otros países de más bajos salarios en los términos como se viene haciendo, es ir contra la calidad de vida de todos los mexicanos.

Ya se ha dicho hasta el cansancio que nuestras acciones deben orientarse más a elevar el nivel educativo del país como medio para mejorar nuestra productividad.

No obstante, no hay que olvidar que ello no es el único camino que nos llevará a ser más competitivos. Hay otras cosas igual de urgentes como son el combate efectivo a la corrupción, la disminución del gasto público no productivo, la recomposición política de los municipios, la profesionalización del servicio civil en todos los niveles de gobierno. Pero de éstos tópicos poco se habla.

Nadie niega la importancia de una reforma laboral que acabe con los privilegios excesivos que se dieron al sindicalismo en nuestro país. No obstante, tampoco debemos irnos a los extremos y permitir que se generen condiciones paupérrimas para nuestra fuerza laboral. Debemos encontrar un punto medio que garantice los derechos de todos.

Viernes, 7 septiembre de 2007.

 
 

    

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