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A Oídos Sordos Violencia Social

Enrique M. Rovirosa

 

Manifestación Laboral en París

Hace unos meses, Francia –uno de los países que integran el llamado primer mundo- vivió varios días de disturbios en diversas ciudades de ese país, hechos que hicieron recordar las protestas estudiantiles que la convulsionaron en mayo del 68.

Los acontecimientos se iniciaron luego de que el gobierno conservador de Jacques Chirac, sometiera una propuesta de reforma a la Ley Laboral –bajo el título de “igualdad de oportunidades”- que incluía el denominado Contrato de Primer Empleo (CPE), por el cual las empresas que contrataran a jóvenes menores de 26 años no tendrían que justificar la terminación del contrato de trabajo, si éste se presentara antes de que el joven empleado cumpliera dos años en el trabajo. Es otras palabras, si el empleador quería despedir al menor de 26 años, la ley no lo obligaría a liquidar las indemnizaciones y prestaciones a las que normalmente tendría derecho, a diferencia de una persona mayor de 26 años.

La nueva ley (CPE), venía a sumarse a otra que fue promulgada en agosto del año pasado y que fue denominada Contrato de Nuevo Empleo (CNE) y que permite a un empleador, que cuenta con una empresa de menos de 20 trabajadores, despedir sin causa justificada al empleado que haya laborado menos de 2 años, sin que le sean aplicables las normas del despido injustificado.

Desde que se tuvo conocimiento de esta propuesta, la inconformidad de sindicatos, estudiantes y empleados de todo tipo, no se hizo esperar. El llamado al cambio para permitir la “flexibilidad laboral” encontró en todas las encuestas de opinión que se realizaron, un claro rechazo social (entre 58% y 63% se oponían).

En enero y febrero, además de las reprobaciones expresadas en diferentes medios de comunicación hubo marchas de protesta que se caracterizaron por congregar entre 200 y 400 mil manifestantes.

En la segunda semana de marzo, las protestas violentas de los jóvenes en varias ciudades durante cinco días significaron la quema de 177 vehículos, entre automóviles y autobuses.

Y a pesar de dos magnas manifestaciones en la segunda mitad del mismo mes, las primeras en París, Touluse, Burdeos, Marsella, Grenoble y Estrasburgo, entre otras; y las segundas, en un total de 135 ciudades con la participación de 1 a 3 millones de personas, el día 30 de marzo, el Consejo Constitucional francés aprobó el polémico Contrato de Primer Empleo (CPE) dejando en manos del presidente, Jacques Chirac, la decisión final de ratificarlo.

Al día siguiente los protestantes iniciaron el bloqueo de carreteras y, a partir del 4 de abril, varias huelgas a nivel nacional afectaron los servicios aéreos, de trenes y el Metro en París, entre otras.

Antes esta inmensa presión social, el 10 de abril el presidente Chirac se vio obligado a anunciar la derogación de la controvertida Ley Laboral.

Lo que siguió después si bien es importante, no es motivo de este artículo. Lo que si es de relevancia, es que esta experiencia sirve para ilustrar dos cosas: primero, que las clases políticas en otras partes del mundo son igual de sordas que las nuestras, a la opinión de la mayoría de sus representados. Segundo, que en ocasiones pareciera que la única alternativa que le dejan los gobernantes a la sociedad es salir a las calles y reclamar, aún de manera violenta, lo que por derecho le corresponde: ser artífice de su propio destino.

Las encuestas de opinión que se llevaron a cabo, claramente señalaban que el pueblo francés no quería el cambio propuesto a la legislación laboral, al menos en los términos que planteo el gobierno conservador. Y pese a ello, un grupo reducido de políticos siguió adelante con dicho plan.

El pueblo tuvo que recurrir a las manifestaciones, a la toma de carreteras, a la quema de vehículos y a la huelga general, para que el Estado entendiera el mensaje.

Todo lo anterior, viene a colación por los sucesos políticos que se dan en nuestro país. La sociedad hace reclamos que nadie, en las esferas políticas y gubernamentales, parece escuchar. Quizá sea mera coincidencia, pero no hay que olvidar que los sucesos que vivió nuestro país el 2 de octubre del 68, vinieron precisamente unos meses después de los disturbios estudiantiles en Francia.

¿Se repetirá la historia? La verdad nadie lo sabe, pero resulta interesante la coincidencia de fechas por lo que se refiere a la inestabilidad política que se dio entonces y la que caracteriza hoy a ambos países. El tiempo dirá.

Viernes, 15 de septiembre de 2006.

 
 

    

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