Enrique
M. Rovirosa
Históricamente, las relaciones entre
México y los Estados Unidos de América
no se han caracterizado por ser parejas y mucho
menos amistosas. El poderío militar y
económico del coloso del norte aunado
a sus ambiciones expansionistas, se tradujeron
en que se perdiera más de la mitad del
territorio nacional.
Hoy día, si bien las diferencias ya
no se resuelven mediante el uso de las armas
y todo pareciera indicar que existe un excelente
trato entre ambos países, en los hechos,
sigue imperando la ley del más fuerte.
Es cierto que en esta era de la globalización
muchos quisieran que nuestros vecinos nos vieran
y nos trataran como a un socio comercial en
igualdad de condiciones, pero la verdad es que,
como alguien expresó hace tiempo: “no
puede haber un trato de iguales entre desiguales”.
El caso del revestimiento del Canal Todo Americano,
ubicado en la región del Valle Imperial
y colindante al norte de Mexicali, ilustra perfectamente
esta dicotomía.
El agua es un recurso que adquiere día
con día, una mayor importancia estratégica
para el desarrollo futuro en todos los rincones
del mundo. En opinión de muchos, en un
horizonte no muy lejano, la relevancia del vital
líquido será mayor a la que actualmente
tiene el petróleo. De ahí, que
no descartan que las disputas por agua sustituyan
a las que se generan hoy día por el control
del llamado “oro negro”.
Y es que no hay que olvidar que sin agua no
puede haber vida.
Desgraciadamente, la premisa anterior no parece
formar parte de la agenda del gobierno del Presidente
Vicente Fox. Y es que hasta ahora, el tema del
revestimiento del canal ha estado relegado a
un segundo plano, como si se tratara de un problema
exclusivo de un grupo de inconformes cuyos intereses
no están del todo claros.
Así, ya han transcurrido varios años
desde que se supo de la intención de
realizar esta obra y es fecha aun en que las
autoridades no presentan siquiera, una nota
diplomática de protesta formal por los
efectos negativos que tendrá sobre nuestro
país su ejecución.
Al respecto, el ejecutivo federal sostiene
que ya ha manifestado al gobierno norteamericano
su desacuerdo por el impacto que el revestimiento
tendrá sobre el país. No obstante,
queda claro que sus acciones no han estado orientadas
a detener su construcción sino a negociar
la forma de mitigar sus efectos.
En este contexto, la defensa del vital líquido
ha quedado básicamente en manos de un
grupo de empresarios agrupados bajo una asociación
civil conocida como Consejo de Desarrollo Económico
de Mexicali (CDEM). Éste, en coordinación
con otras organizaciones ambientalistas norteamericanas,
interpuso una demanda civil en las cortes de
ese país con la finalidad de detener
el proyecto. Y si bien no deja de haber optimismo
para que el fallo les sea favorable, uno no
puede pasar por alto el desinterés –algunos
dirán traición- que ha demostrado
el gobierno foxista ante esta causa.
Es menester reconocer que el CDEM ha recibido
apoyo económico y moral por parte del
Gobierno del Estado de Baja California y el
Ayuntamiento de Mexicali. Gracias a éste,
ha podido sufragar una parte importante del
costo de las acciones legales; sin embargo,
por tratarse de un problema de carácter
binacional, el reclamo que puede hacer nuestro
país es competencia exclusiva del gobierno
central.
En 1988, el Congreso de los Estados Unidos
autorizó a la Secretaría del Interior
de ese país, a revestir el Canal Todo
Americano y recuperar el agua que se filtra
del mismo.
Dichas filtraciones enriquecen a un gran manto
acuífero que inicia en el Valle Imperial
y se extiende a lo largo y ancho del Valle de
Mexicali, abarcando una superficie calculada
en 800 kms. Alrededor del 90% de los escurrimientos
se trasladan a la parte mexicana.
De acuerdo a estimaciones del U.S. Bureau of
Reclamation, la obra en cuestión permitirá
a ese país disponer de un flujo anual
adicional de alrededor de 83.5 millones de metros
cúbicos; sin embargo, algunos expertos
señalan que esta cifra está subestimada.
El volumen que se indica, es equivalente a lo
que consume anualmente la ciudad de Mexicali.
La obra está programada iniciar este
año y tendrá una duración
de 30 meses, por lo que el revestimiento deberá
concluir en 2009.
El proyecto, si bien es benéfico para
los norteamericanos resulta altamente perjudicial
para nuestro país.
A ellos les significa que la ciudad de San
Diego podrá mantener su vigorosa expansión
urbana, pues ésta ya firmó contratos
para poder consumir este recurso excedente durante
las próximas décadas.
Para México, implica la pérdida
inmediata de alrededor de 24 millones de metros
cúbicos anuales de agua que se transporta
por gravedad hacia el territorio nacional y
que aflora en las partes más bajas estableciendo
con ello, lo que se conocen como los humedales
de la Mesa de Andrade y el Dren Mesa.
En la Mesa de Andrade, la falta de líquido
hará que desaparezcan inmediatamente
1,882 hectáreas de los humedales y, en
forma paulatina, 389 hectáreas del hábitat
terrestre. Esto a su vez, traerá consigo
la pérdida de todas las aves acuáticas,
incluyendo residentes y migratorias, así
como de las terrestres que dependen de este
hábitat.
Por su parte, el agua que dejará de
alimentarse al Dren Mesa se traducirá
en la pérdida de 1,200 hectáreas
de superficie de cultivo, con las consecuentes
pérdidas económicas para los agricultores
de la zona.
Por lo que respecta al agua que se filtra al
subsuelo, la reducción de cerca de 60
millones de metros cúbicos anuales hará
que desciendan los niveles del manto acuífero
del Valle de Mexicali, afectando con ello, a
los pozos de riego en la zona.
La rehabilitación de éstos junto
con el incremento en los costos de operación
de los mismos, implicará costos adicionales
para los productores agrícolas de la
zona.
No obstante, el problema más grave que
resultará del abatimiento de las aguas
subterráneas es que habrá un incremento
gradual en los niveles de salinidad, lo cual
a su vez provocará una disminución
paulatina en los niveles de rendimiento de los
cultivos.
No se sabe aún, hasta donde llegará
el aumento en los niveles de salinidad, pero
en opinión de algunos expertos éstos
podrían ser tan elevados que bien podrían
traducirse en el colapso total de las actividades
agrícolas que dependen del agua extraída
del acuífero.
Bajo este panorama está claro que las
pérdidas directas e indirectas para nuestro
país sumarán miles de millones
de pesos al paso del tiempo. Y que éstas
pérdidas no sólo se darán
en términos de las actividades económicas
que hoy día se realizan sino también,
de aquellas oportunidades que se perderán
ante la falta del recurso liquido.
En nuestra opinión, la magnitud de los
efectos negativos que tendrá el revestimiento
del canal no ha sido debidamente dimensionada
por el gobierno de Vicente Fox. Algún
día se reconocerá que es una disputa
mucho más relevante que la del Chamizal.
Como se recordará, éste fue un
litigio que se inició en 1910 y culminó
en 1963, con la recuperación para nuestro
país de aproximadamente 1.5 km²
de terrenos en la frontera, entre El Paso, Texas
y Ciudad Juárez, Chihuahua. Se originó
por las diferencias en el curso del Río
Bravo y se le considera un triunfo de la diplomacia
y de los valores culturales como medios básicos
para la resolución de conflictos.
Consideramos también, que la pasividad
de las autoridades mexicanas puede sentar un
precedente legal sumamente desfavorable para
nuestro país, específicamente
en cuanto al aprovechamiento que podrían
efectuar los norteamericanos de otros escurrimientos
que alimentan el manto acuífero del Valle
de Mexicali.
Con los avances tecnológicos que se
tienen y los que están por venir, la
construcción de represas para el aprovechamiento
de los ríos profundos será cosa
común. La aceptación tácita
al revestimiento del canal Todo Americano por
parte de nuestras autoridades, concede el derecho
a nuestros vecinos de utilizar como mejor les
parezca todas sus aguas superficiales, independientemente
de si algunas de éstas sirven –como
es el caso- para sostener el manto acuífero
de Mexicali.
En esta época en que tanto se alude
el respeto al estado de derecho y las instituciones
no está por demás recordarle a
nuestros gobernantes que es su obligación
defender, con todos los recursos a su disposición,
los derechos de nuestro país. Asimismo,
informar con toda oportunidad las acciones emprendidas
para ello. En el caso del Todo Americano, muchos
consideramos que no se ha cumplido con estos
compromisos.
Viernes,
4 de agosto de 2006. |