Enrique
M. Rovirosa
A partir del Lunes 16 de enero, las Administradoras
de Fondos para el Retiro (AFORES) podrán
canalizar, a través de las Sociedades
de Inversión Especializadas en Fondos
para el Retiro (SIEFORES), parte de los recursos
que manejan a instrumentos de renta variable
en los mercados de valores.
Esta nueva forma de operar fue autorizada el
año pasado por los Órganos de
Gobierno de la Comisión Nacional del
Sistema de Ahorro para el Retiro (CONSAR) de
tal manera que, a partir del 24 de septiembre
del mismo, las Afores tuvieron la obligación
de informar a sus usuarios sobre las nuevas
modalidades de inversión disponibles
para que éstos tomaran la decisión
que más les beneficiara.
Es indudable que este nuevo esquema permitirá
grandes beneficios económicos, pues se
estima que el mercado accionario podría
captar recursos hasta por 2 mil 500 millones
de dólares en un periodo relativamente
corto. Recursos que además de generar
jugosas comisiones para quienes los manejen,
servirán para financiar las operaciones
diarias de muchas empresas, tanto nacionales
como extranjeras, que participan en dicho mercado.
No obstante, como muchas otras cosas que se
hacen en nuestro país, este capítulo
no está exento de claroscuros.
Pero antes de referirnos a los cuestionamientos
que pueden plantearse, es justo y necesario
reconocer que lo hecho hasta ahora resulta muy
similar al manejo que se hace de este tipo de
fondos en otros países, aunque con algunas
variantes.
La principal modificación que se hizo
al Sistema de Ahorro para el Retiro (SAR) consistió
en crear dos fondos en cada Afore con objeto
de que éstas canalicen los ahorros a
diferentes alternativas de inversión:
Así, el denominado “Fondo Uno”,
podrá invertir en instrumentos de deuda
nacionales y sólo 20 por ciento en valores
internacionales mientras que, el “Fondo
Dos”, además de las alternativas
autorizadas en la primera opción, podrá
destinar hasta un 15 por ciento en acciones
ligadas a índices bursátiles nacionales
e internacionales. Cabe destacar, que los usuarios
podrán optar por una u otra opción,
pero no en ambas.
En otras palabras, el nuevo esquema permite
que una fracción de los fondos puedan
transferirse de un mercado de beneficio fijo
a uno de rendimientos variable o especulativo.
Las autoridades adujeron que el principal motivo
del cambio fue para que el trabajador logre,
al momento de su jubilación, la mejor
pensión posible al permitir que sus ahorros
obtengan ganancias extraordinarias al participar
en instrumentos financieros que así lo
permiten con una alta seguridad.
Para esto, establecieron que las inversiones
del “Fondo Dos” deberán colocarse
en instrumentos de inversión con capital
protegido al vencimiento, ligados a índices
accionarios. Esto significa que, en el peor
de los casos, si bien la ganancia de las inversiones
podría ser igual a cero por ciento, el
capital inicial aportado se mantendría
nominalmente intacto.
En principio, la decisión que tomaron
las autoridades pareciera estar en concordancia
con una política de verdadero apoyo al
interés general de la sociedad; sin embargo,
hay algunas cosas que, en nuestra opinión,
ponen en entredicho la buena voluntad detrás
de las modificaciones.
Pero antes, resulta pertinente destacar que,
en un futuro no muy lejano, muchos analistas
consideran que el límite de 15% al monto
de los fondos que se puede destinar a instrumentos
de renta variable se modificará sustancialmente,
para estar a la par a como se manejan en muchos
otros países.
Como parte del proceso de cambio, la Consar
manejó una serie de documentos destinados
a informar a los ahorradores sobre las modificaciones
introducidos al sistema, En estos, resaltó
dos hechos: primero, que “los trabajadores
tienen el derecho de decidir”, y segundo,
que “su dinero estará tan seguro
como ahora” y que “las nuevas opciones
de inversión no son más riesgosas”.
Con relación al punto primero, lo que
afirma la Consar es falso pues, la decisión
de transferir los ahorros al “Fondo Dos”
se tomó desde el propio organismo. Y
es que los fondos se venían manejando
bajo un esquema similar al del “Fondo
Uno”, con la excepción de que ahora
podrá colocarse hasta el 20% de éste
en valores internacionales; es decir, no contemplaban
inversiones en valores de renta variable o especulativas
como se hará con el “Fondo Dos”.
Así, la lógica indicaría
que los recursos debieron quedarse en el “Fondo
Uno” y transferirse al “Fondo Dos”,
una vez que los trabajadores se hubieran informado
plenamente de las ventajas y riesgos de participar
en éste.
La afirmación anterior se demuestra
también por el hecho que el organismo
dispuso que los ahorros de las personas mayores
a 56 años se quedaran automaticamente
en el "Fondo Uno " ("esquema
de inversión más acorde a un trabajador
cercano a su retiro", según aduce
el propio organismo), mientras que los demás
pasaron al dos.
En lo que respecta a la afirmación de
que el dinero estará seguro, también
es una mentira. Y es que ninguno de los documentos
informativos que se pusieron a disposición
de los trabajadores, mencionan el riesgo de
la pérdida de valor que pueden correr
los fondos en el tiempo, como consecuencia de
la inflación y la obtención de
rendimientos por debajo de ésta. Y aunque
se afirme que el mercado de renta variable en
los últimos años ha sido una mejor
opción para las inversiones, la verdad
es que ello no elimina los riesgos inherentes
a un mercado de capitales especulativo. Y para
quienes duden, sólo basta recordar los
casos muy recientes aunque extremos, de ahorradores
que apostaron sus pensiones en corporativos
internacionales como Enron y Xerox.
Nadie puede negar que México requiere
nuevos esquemas que no sólo fomenten
el ahorro, sino que permitan canalizarlo de
manera ágil y oportuna a fortalecer a
las empresas. El que éstas puedan disponer
de recursos del SAR vía el mercado de
valores constituye, sin lugar a dudas, una forma
de cumplir con este objetivo. Más esto
no debe significar que se adopten posturas cuestionables,
en las que “el fin justifica los medios”
pues si se sigue así, nunca se logrará
el anhelado estado de derecho que todos queremos
asi como tampoco el que tengamos plena confianza
en quienes dicen representarnos.
Viernes 14
de enero de 2005. |