Enrique
M. Rovirosa
Recientemente, uno de los diarios regionales
dio a conocer a la opinión pública
que, los funcionarios de los tres órdenes
de Gobierno en la entidad no están cumpliendo
con la obligación de cubrir el Impuesto
sobre la Renta (ISR) por las compensaciones
que reciben por sus servicios en la administración
pública, por lo que incurren en el delito
de evasión fiscal.
La respuesta de las autoridades no se hizo
esperar. Algunos funcionarios hicieron alusión
al hecho de que esta practica es algo que “siempre
ha existido” y que además se da
en todo el país mientras que el representante
del Ejecutivo del Estado mencionó que
a petición de éste, se firmó
un acuerdo con la Secretaría de Hacienda
y Crédito Público (SHCP) para
solucionar a fondo la problemática que
existe en torno al tema.
A este respecto hay que mencionar que efectivamente,
desde hace muchas décadas, las compensaciones
de los empleados y funcionarios públicos
han estado exentas del pago del ISR. Esto a
a pesar de que la Constitución Política
señala claramente la obligación
de todos los mexicanos de contribuir al gasto
público mediante el pago de impuestos.
Cuando y el porqué se dio esta facilidad
no está del todo claro; sin embargo,
se sabe que se originó en el ámbito
de competencia del gobierno federal como estímulo
adicional a montos compensatorios que inicialmente
no eran tan significativos en términos
de las erogaciones totales por concepto de sueldos
así como tampoco, al número de
quienes estaban incluidos a recibir este tipo
de pagos.
Adicionalmente, es conocido que llevaba la
intención de ocultar los montos reales
de las percepciones de los funcionarios pues
-tratándose del gobierno federal- hubiera
sido muy fácil ajustar presupuestalmente
ingresos y egresos para incluir en los sueldos
brutos la parte que corresponde a la retención
por concepto de ISR y dar al funcionario en
cuestión la parte neta que se deseaba.
Si se revisa la historia, se puede comprobar
que hubo una época en que las compensaciones
se hacían en efectivo y sin mediar recibo
individual alguno, salvo la firma de quien recibía
el importe total para distribuir entre un grupo
de personas en una oficina, dirección,
departamento o dependencia gubernamental, llámese
federal, estatal o municipal. Como era de esperarse,
esto se prestó a muchos actos de corrupción
que llevaron finalmente, a las administraciones
centrales a introducir sistemas de control más
estrictos. Sin embargo, esto no se hizo con
la rapidez que el problema ameritaba pues, en
Baja California por ejemplo, este mecanismo
de pago que podríamos calificar como
a granel, todavía prevalecía a
principios de los años noventas en algunos
municipios. Y en muchos otros lugares del país
estas prácticas apenas en este sexenio
se han venido modificando.
Esta forma de compensar a los empleados públicos
ha significado que las administraciones manejen,
al menos, dos nóminas: una denominada
normal o base y otra confidencial. Esta última,
por lo general al margen del cumplimiento de
la Ley del ISR. A determinados niveles de las
administraciones federales y estatales se manejaron
otras que se calificaban como secretas. En éstas,
además de compensar a los funcionarios
más cercanos del ejecutivo federal o
estatales se incluía a otras personas
como, por ejemplo, a periodistas.
Las nóminas confidenciales si bien no
se daban a conocer a la opinión pública,
siempre han recibido la aprobación de
los Congresos federal, estatales y cabildos.
No obstante, en los estados sólo un grupo
reducido de los legisladores llega a conocer
a detalle quienes se benefician en estas nóminas
siendo, por lo general, aquellos que integran
las Comisiones de Hacienda.
El gobierno del Presidente Vicente Fox merece
el reconocimiento de haber transparentado el
tema de los sueldos en el poder ejecutivo federal;
sin embargo, falta mucho por avanzar en cuanto
a los organismos descentralizados, el poder
legislativo y judicial así como los gobiernos
estatales y municipales.
Los sistemas de pago en el sector público
ayudan a explicar, en parte, el porqué
ha sido difícil aplicar las leyes en
materia de enriquecimiento inexplicable a muchos
de quienes se sabe abusaron de sus puestos para
provecho personal. Tienen la defensa de que
hicieron sus fortunas mediante los pagos que
recibieron de manera secreta o confidencial.
Y a este respecto no estamos hablando del pasado
pues aún vemos como muchos legisladores,
gobernadores, secretarios de estado, presidentes
municipales y otros funcionarios públicos
se siguen enriqueciendo de manera muy explicable.
El tema de las nóminas confidenciales
y el no pago del ISR, se hizo notorio en 2002
cuando el Congreso de la Unión decidió
dar una prerrogativa más a la burocracia
del país al hacer una modificación
a la fracción XI del artículo
109 de la Ley del ISR, que tenía por
objeto exentar del pago de este impuesto las
gratificaciones a los burócratas.
Muchos no se explican porqué el Congreso
decidió llevar a cabo esta reforma pues,
la prerrogativa venía aplicándose
para la mayoría de los burócratas
vía nóminas confidenciales. Lo
cierto es que esta acción se tradujo
en una gran cantidad de amparos, ante la falta
de equidad de la legislación de diferenciar
a aquellos que trabajan en la IP sobre aquellos
que se desempeñan en cargos públicos,
ya que en materia fiscal debe existir un trato
igual entre iguales.
Como consecuencia, en la sesión del
27 de mayo de 2003 de la Suprema Corte de Justicia
de la Nación (SCJN), los diez Ministros
presentes votaron a favor de una sentencia en
torno de la acción de inconstitucionalidad
de la referida reforma a la ley de ISR.
La sentencia, además de invalidar la
reforma, puso de manifiesto la ilegalidad de
la no retención del ISR que venía
haciéndose por costumbre, por lo que
la Secretaría de Hacienda y Crédito
Público se vio obligada a ejercer presión
sobre todas las instancias gubernamentales para
que corrigieran la anomalía.
Los estados y municipios, incluyendo a Baja
California, se comprometieron a sanear la situación
a partir de 2003 mediante la ya conocida acción
del "borrón y cuenta nueva".
Sin embargo, a la fecha, una gran cantidad de
entidades no lo han hecho por lo que, en sentido
estricto a la Ley, están violentando
el estado de derecho. Aquí valdría
la pena preguntar si también se les debe
de aplicar un proceso de desafuero a quienes
no han cumplido con el mandato de la SCJN.
El argumento de varias entidades federativas
y municipios para no corregir su situación
es de que afectarían los ingresos de
la burocracia al cobrarles algo que por costumbre
nunca se ha hecho. Y señalan que finalmente
, serán ellos quienes tendrán
que absorber el pago del ISR. Y al no contar
con recursos adicionales para ello, tendrán
que afectar otros renglones de su gasto por
lo que exigen que la federación les asigne
recursos extras.
Hay que agregar que en las localidades que
aún no cumplen con el compromiso de poner
en orden sus pagos de ISR, la sociedad se opone
a que se utilicen recursos públicos para
ello. Se argumenta que la burocracia debe cumplir
con su obligación de cubrir los impuestos,
tal y como lo hace la mayoría de los
mexicanos.
La verdad es que en ciertas instancias la razón
asiste a los estados y municipios. En particular,
en aquellos en que la federación fue
quien les heredó parte del problema.
En cuanto a Baja California, no debe pasar desapercibida
la transferencia que se hizo en 1992 del magisterio
federal al Estado. Sin embargo, esta situación
no justifica que se mantengan los privilegios
para quienes si pueden y deben cumplir con sus
obligaciones fiscales.
Hace poco se dieron a conocer los sueldos de
los funcionarios de primer y segundo nivel que
imperan en el gobierno del estado. Las cifras
sorprendieron a la mayoría pues se constató
que son exageradamente altas. En estos casos,
no hay razón justificada para que el
gobierno incumpla el mandato de retener el ISR
correspondiente. Y lo mismo puede decirse de
los municipios. No obstante, para que la sociedad
pueda emitir un juicio definitivo, es imperativo
contar con todos los elementos de información
pertinentes al caso. Desafortunadamente, a la
fecha no se tiene una Ley de Transparencia y
Acceso a la Información Pública
a nivel estatal o municipal por lo que el contenido
de las nóminas confidenciales es aún
tema nebuloso.
Hasta en tanto no haya total transparencia
en el tema de los sueldos de los funcionarios
públicos y desaparezcan las nóminas
confidenciales, es muy difícil pensar
que la situación de corrupción
en nuestro país va a mejorar sustancialmente.
Y la razón de ello nada tiene que ver
con los montos que se pagan sino en la mentalidad
que con ello prevalece. Ocultar algo que no
tiene por que ser un secreto, solo crea suspicacia
y fomenta la perversidad.
El incumplimiento de una disposición
fiscal hace que los funcionarios públicos
se sientan y actúen por encima de la
Ley. Esta es una costumbre que debe erradicarse
lo antes posible por lo que es del interés
de la sociedad exigir que cumplan con el pago
del ISR.
Viernes 17
de septiembre de 2004. |